lunes, 8 de junio de 2020

El hombre en el jardín de Edén




SEMANA DE REFLEXION

(Del 08 al 12 de Junio 2020)

 

“EL HOMBRE EN EL JARDIN DE EDÉN”

 (Del Génesis Gen 2, 15-17 / 3,1-7 / 3,23-24)

 

Gen 2,15-17

Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y cuidara, le dio esta orden:

-          “Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, menos del árbol del bien y del mal.  No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás”.

 

Gen 3,1-7

La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, y le preguntó a la mujer:

-          “¿ Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?.

Y la mujer  le contestó:

-          “Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín.  Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos”.

Pero  la serpiente le dijo a la mujer:

-          “No es cierto.  No morirán.  Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bueno y lo que es malo, y que entonces serán como Dios”.

La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento.  Así que cortó uno de los frutos y se lo comió.  Luego le dio a su esposo, y él también comió.  En ese momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos.  Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas.

 

Gen 3,23-24

Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín de Edén, y lo puso a trabajar la tierra de la cual había sido formado.

Después de haber sacado al hombre, puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiendo que daba vueltas hacia todos lados, para evitar que nadie llegara al árbol de la vida.


Reflexión bíblica:

En las lecturas que les entrego esta semana podemos ver que Dios hizo todo lo posible para que el hombre tuviera todos los beneficios que el mundo podía ofrecerle totalmente a su plenitud para una vida cómoda y sin ningún tipo de preocupaciones, el mundo estaba literalmente en sus manos, solo les dio una simple orden, “No comas del árbol del bien y del mal”.  Este árbol tenía la característica de ser el más hermoso y llamativo de todos los árboles, de hecho así es la tentación, muy llamativa y cautivadora, fue diseñado así intencionalmente para probar la fortaleza del hombre por cumplir el mandato de dios y su humildad para no querer ser superior a Dios.  La serpiente en algo tenía razón, ellos literalmente no morirían, pero hay que tener mucho discernimiento para entender las palabras de Dios al decirles que morirían si comieran del árbol.  Se refería a que morirían a la pureza y la inocencia, por eso al comer de aquel fruto se dan cuenta de que existe el bien y mal pero totalmente desorientados y a pesar que estuvieron mucho tiempo en el jardín sin ropa alguna finalmente se dan cuenta de que están desnudos y se llenan de vergüenza movidos a cubrirse para no mostrarse el uno al otro, por eso Dios al ver que el hombre era fácil de seducir para tomar el camino incorrecto determinó que no era confiable para proteger y resguardar su creación, por tal motivo los expulsa del jardín obligándolos a defenderse por sí mismo para su propia subsistencia, el precio a pagar por la desobediencia y falta de fidelidad a Dios.  A Dios hay que saber entenderlo, la falta de compresión y cumplimiento de sus designios puede llevar al hombre a la imprudencia y la fatalidad.


Reflexión llevada a la vida diaria:

A lo largo de todos los tiempos el hombre ha demostrado una insaciable sed por poder y superioridad.  Podemos ver que desde que el hombre comienza a vivir su vida por su propia cuenta, así como había personas fieles y obedientes a Dios había otros  que se preocupaban por dominar y someter a los demás llevando como bandera el irrespeto a la vida, es así como comienza la interminable carrera por la guerra para someter a otras poblaciones.

En la primera guerra mundial estaba claro ese concepto, el dominio del mundo entero en manos de unos irresponsables.  En la segunda guerra mundial sigue viva esta idea sumándole el irrespeto por la vida y la dignidad humana que sufrieron los judíos ante el incomprensible y brutal desprecio del régimen alemán.

Nuestro continente americano no escapa de esa realidad, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Chile y ahora Venezuela, todos movidos por una misma bandera el irresponsable lucro y beneficio personal a costa de un pueblo, la superioridad y dominio sobre los demás, se ve claramente que todos los que protagonizan esta despreciable forma de vida comieron del mismo árbol, conociendo el bien y mal pero dejándose seducir por el mal.

La forma más “civilizada” de participar en la destrucción del paraíso que Dios tan bondadosamente ha querido regalarnos la tienen los grandes científicos de las naciones desarrolladas al querer igualarse a Dios en la búsqueda del secreto más preciado de Dios, el que mantiene celosamente fuera del alcance del hombre, la forma de crear ADN, el componente esencial para crear la vida.  El hombre encontró el ADN y a través de él ha podido llevar a cabo el proceso de clonación pudiendo reproducir en exactitud o modificado, plantas, animales y hasta seres humanos a través de la famosa reproducción in vitro, pero la creación del componente de la vida no ha sido ni será capaz de descubrirlo porque Dios lo tiene muy celosamente escondido de su alcance al darse cuenta en el jardín de Edén que el hombre no era responsable para cuidar y resguardar su creación, si el hombre pudiera descubrir este preciado secreto tendría el dominio de la creación, por consiguiente la destrucción de todo ser vivo.

El paraíso no es un campo con una hermosa vegetación, árboles frondosos y la convivencia del hombre con fieras y animales domésticos, no, el paraíso es la permanencia de Dios en nuestras vidas, el paraíso es la armonía y la buena y responsable convivencia en los hogares, el cultivo de sólidos y fuertes valores que le dan verdadero sentido al respeto y la convivencia entre las personas para hacer de nuestra vida, nuestro hogar, nuestra parroquia, nuestra ciudad y de nuestro país el paraíso que Dios quiere para nosotros, todos somos responsables por la reconstrucción de ese paraíso.  Verdad que la tarea se oye difícil?, pero si somos capaces de lograrlo desde nuestra vida personal y nuestros hogares te darás cuenta que ese esfuerzo se multiplicará hacia los rincones menos esperados, solo hace falta nuestra disponibilidad para hacer realidad el sueño que Dios quería para nosotros, un paraíso de vida.

El llamado que te hago en esta semana de reflexión es que desde nuestra vida y nuestros hogares empecemos a darle vida a ese nuevo paraíso lleno de amor, respeto y verdadero sentido de familia, como persona, como hermano, como hijo y como padres, siempre tendremos la oportunidad de vivir en un paraíso, de hacer de nuestras vidas un paraíso, simplemente debemos estar consciente de que es nuestra responsabilidad y que nadie lo puede hacer por mí.

 

Que Dios los bendiga y acompañe siempre.

 

Prof. Bernardo Fuentes.

Cátedra Religión.

Coordinación de Pastoral.